
Andando a tientas en la oscuridad en busca de alimento, Ymir se encontró con una vaca gigantesca llamada Audhumla (la alimentadora), que había sido creada de la misma manera y con los mismos materiales con los que el gigante había sido concebido.
Corriendo hasta ella, Ymir observó con placer que de sus ubres fluían cuatro grandes arroyos de leche, que le proporcionarían alimento más que suficiente.

Todas sus necesidades fueron satisfechas de esta manera; sin embargo, la vaca, buscando comida a su vez a su alrededor, comenzó a lamer la sal de un bloque de hielo cercano con su áspera lengua. Siguió haciendo esto hasta que primero aparecieron los cabellos, después la cabeza entera de un dios emergió de su helada envoltura y finalmente Buri (el productor) se vio completamente liberado.
Mientras la vaca se encontraba ocupada de esta manera, Ymir, el gigante, se había quedado dormido y mientras dormía un hijo y una hija habían nacido de la transpiración bajo sus axilas y sus pies habían producido el gigante de seis cabezas Thrungelmir, el cual, poco después de nacer, dio a luz a su vez al gigante Bergelmir, del cual descienden todos los gigantes malignos helados.
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