Un martes, a la hora más conveniente para usted y cuando esté seguro de que no va a ser molestado, prepare el altar y purifique los instrumentos. Ponga en el platillo de las ofrendas un puñado de pétalos de artemisa, un lirio blanco, algunas hojas de laurel, un ramillete de sauce, una rama de coral, un clavo usado, un cristal de cuarzo ahumado y un trocito de turmalina negra.
Encienda un carboncillo y fumigue la estancia con incienso compuesto por madera de sándalo, granos de incienso, agujas de romero, hojas de laurel y diez gotas de aceite esencial de hipérico.
Encienda una vela azul, a la vez que piensa intensamente en aquello negativo que le sucede y en la forma de eliminarlo, en las personas que le parecen hostiles y en cómo neutralizarlas, en quien le hace mal abiertamente y quien murmura a su espalda o le perjudica de formas diversas, y recite esta plegaria:
Por las vibraciones de esta vela azul invoco la ayuda de los poderes de los dioses y de los espíritus elegidos. Ayúdame a protegerme a mí y a las personas que me rodean. Aleja de mí y de las personas que aprecio la envidia y los celos. Aleja de mí y de las personas que aprecio cualquier forma de mal de ojo y la mala suerte. Aleja de mí y de las personas que aprecio la desgracia. Aleja de mí y de las personas que aprecio los murmullos, los chismes y las maledicencias. Aleja de mí y de las personas que aprecio a la gente que nos quiere mal (si las conoce, diga los nombres de estas personas). Protegenos de los peligros de la magia negra. Protégenos de la desgracia. Protegenos de los incidentes provocados mediante la magia. Dame la fuerza para luchar contra mis bajos impulsos y el deseo de venganza.
Baile en torno al altar y acumule energía en su interior, deje el cono de poder y visualice el resultado obtenido.
Deje que la vela se consuma completamente. Finalizado el ritual, introduzca los restos de cera y las hierbas en un paño azul oscuro y anúdelo con la cinta azul claro o blanca. Entiérrelo en un sitio que le guste, y al que suela ir a pensar o meditar.
Deje durante una semana las ofrendas en el platillo situado sobre el altar.
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