Prepare el altar con todo lo necesario para realizar el ritual, abra el círculo y purifique los instrumentos.
Coloque sobre el platito de las ofrendas un puñado de pétalos de hipérico, una flor blanca, unos trocitos de piel de naranja amarga, algunas agujas de pino, un cuarzo rosa, tres nueces y una cinta amarilla.
Prenda un carboncito y fumigue la estancia con incienso compuesto por madera de sándalo, granos de incienso, hojas de laurel, hojas de salvia y diez gotas de aceite esencial de hipérico.
Encienda una vela de color violeta y haga un ejercicio de enraizamiento. Piense intensamente en los dolores y las enfermedades que le afligen o que atormentan a alguien querido. Imagine que se ha curado del todo y que está nuevamente sana y llena de vida y de fuerza.
Recite esta oración: madre de la salud y de la enfermedad, a tu ayuda recurro. Ayúdame a combatir la enfermedad mental y el desorden, la depresión y el desánimo. Aleja de mi la soledad y la tristeza. Ayúdame a vencer el dolor físico y mental. Dame fuerza y salud. Dame la gracia de preservarme sano y fuerte, atento y dispuesto, alejando para ello todo el mal, el dolor y la enfermedad.
Baile en torno al altar y acumule energía en su interior, suelte el cono de poder y visualice el resultado obtenido: usted o la persona por la cual oficial el ritual corren felices por un prado, llenas de vitalidad y de energía. Observe con atención la llama de la vela y deje vagar la mente, imagine que le ha sido concedido todo lo que pedido. Vuelva en sí lentamente, y agradezca a la Diosa la salud que le concede a usted y a sus seres queridos. Deje consumir la vela completamente.
Una vez finalizado el ritual, ponga los restos de cera y las hierbas en un paño azul oscuro, y anúdelo con la cinta amarilla. Entiérrelo en un lugar que le guste, al que a menudo acuda para pensar o meditar.
Deje las ofrendas durante una semana en el platillo situado sobre el altar.
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