domingo, 7 de septiembre de 2014

GRAINÉ, HADA REINA DEL VERANO




En las mitologías de los países celtas, Grainé aparece unas veces como la Diosa del Sol, y otras como la hija de esta diosa. Sea como sea, Grainé es, en definitiva, la Reina de las hadas del verano, y representa la estación más calurosa del año, una época mágica que está especialmente asociada a las fiestas, rituales y cortejos de hadas, en los que se pone de manifiesto toda la magia de estas criaturas de la naturaleza. Grainé preside estos rituales estivales, que se celebran en fechas señaladas, en las que es más fácil sentir su presencia. Las más conocidas son las vísperas de San Juan, cuya magia permite que las hadas se encuentren con los humanos en "sueño de una noche de verano", de Shakespeare, así como el uno de agosto, la fiesta de Lug, Dios del Sol, que los celtas llaman Lughnasadh. En la noche de San Juan, sobre todo en Escocia e Irlanda, la Reina Grainé sale a los campos rodeada de toda su corte. 

BRAWEN, HADA REINA DE LA PRIMAVERA



Brawen (Hada Reina de la Primavera ): Debido a su juventud y hermosura, los antiguos celtas consideraban a Branwen, hija del Dios de las aguas Manannan y esposa del legendario rey irlandés Mathowch, el símbolo de la primavera repleta de vida y color. En la mitología celta, Branwen es una de las tres matriarcas de Bretaña y Diosa del renacimiento y de la regeneración. Por ello, uno de sus atributos es el caldero, que, al igual que el Grial, contiene la esencia misma del despertar y la vida. El hermano de Branwen es Bran, Dios del sol y Señor de la profecía y las artes, así como de las batallas. Branwen se enfrenta a Caillech, la Reina del invierno, en el festival de Beltaine ( uno de mayo ), que da la bienvenida a la primavera. En la contienda sale vencedora Branwen, que, sentada en su trono de flores, pasa a presidir el ritual en que se encienden hogueras coronadas con largas pértigas, símbolos de los robles sagrados. Dado que la primavera se ha interpretado, tradicionalmente, como la metáfora del despertar de la pasión amorosa, hay quien compara Branwen con la Diosa griega Afrodita (Venus para los romanos ), Diosa del amor. lo cierto es que los jóvenes enamorados acuden a ambas diosas para rendirles culto y recibir sus dones. Afrodita, al igual que Branwen, regia también la fiesta de la primavera, que en la antigua Grecia se celebraba el uno de abril. En este festival, no solo se celebraba la gracia y la hermosura de la naturaleza, sino también el amor imperecedero y el deseo amoroso, que, según se creía, rebrotaba con fuerza en esta estación del año. 

sábado, 6 de septiembre de 2014

Flores de Bach

Flor usada en el remedioAplicaciones
1 Agrimony: AgrimoniaOculta emociones tortuosas, problemas graves y angustia inconsciente tras una máscara de alegría y despreocupación permanente. Evita discusiones y busca armonía. Tendencia a las adicciones, tabaco, drogas, alcohol, juego, trabajo, asumir riesgos, comida y compras, como mecanismo de escape a su tormento mental. Busca ser aceptado. Si se enferma bromea al respecto.
2 Aspen: Álamo temblónMiedo a lo sobrenatural, a situaciones imprecisas que siente que lo amenazan, y a la muerte. Presagios. Temor vago e inexplicable. Agorafobia, claustrofobia.
3 Beech: HayaTiende a ser intolerante y a criticar despiadadamente. Juzga sin sensibilidad ni comprensión. Arrincona. No soporta las ideas y costumbres diferentes a las suyas. Es arrogante.
4 Centaury: CentáureaNo puede decir no. Reacciona exageradamente a los deseos de los demás, buscando complacerlos. Sacrifica sus propias necesidades para quedar bien. Su predisposición a servir es explotada. Se presta al dominio y el abuso de otros. Su voluntad es débil.
5 Cerato: CeratostigmaBusca la aprobación y el consejo de los demás, pues no confía en su juicio, intuición, ni en sus decisiones y opiniones. Sus convicciones no son firmes. Cambia fácilmente de opinión. Es indeciso
6 Cherry plum: CerasiferaMiedo a perder el control de sus actos, a cometer acciones terribles y a enloquecer. Pensamientos irracionales persistentes. Arrebatos incontrolables.
7 Chestnut bud: Brote de castañoRepite sus errores, porque no reflexiona sobre ellos ni aprende de sus experiencias. Reincide. No escarmienta.
8 Chicory: AchicoriaSobreprotege a sus seres queridos y los domina mediante una manipulación excesiva. Considera saber más que sus dependientes. Tiene una personalidad posesiva y egoísta. Se inmiscuye en los asuntos de los demás continuamente. Espera la devoción de los que sobreprotege y cuando no la obtiene se siente víctima. Después los persigue, criticando.
9 Clematis: Clemátide Soñador que evade la realidad. Su pensamiento. Difícilmente está en el aquí y el ahora. Distraído, presta poca atención a lo que sucede a su alrededor. Vive en un mundo de fantasía, como un mecanismo de escape a su infelicidad.
10 Crab apple: Manzano silvestre
Flor de la limpieza para quién tiene la sensación de estar sucio y ser impuro, baja autoestima y terror a contaminarse.
11 Elm: Olmo
Abrumado por sus responsabilidades. Piensa que no es capaz de cumplirlas.
12 Gentian: Genciana de campo
Pesimismo. Depresión por causas conocidas. Escepticismo. Control débil ante la frustración.
13 Gorse: Aulaga
Desesperado. Sin ninguna esperanza. Siente que ya no tiene caso nada.
14 Heather: Brezo
Ensimismado. Centrado en sí mismo. Necesita público que lo escuche. Habla excesivamente, pero no escucha.
15 Holly: Acebo
Celos, desconfianza, envidia, odio y rencor. Carece de compasión.
16 Honeysuclke: Madreselva 
No vive el presente. Nostalgia. Añoranza del pasado y los buenos tiempos.

17 Hornbeam: Hojaranzo o Carpe
Agotamiento mental por hastío.
18 Impatiens: Impaciencia
Soledad de quien no puede estar acompañado porque marcha de prisa. Impaciencia. Irritabilidad.
19 Larch: Alerce
Sentimiento de inferioridad. Espera fracasar.
20 Mimulus: Mímulo
Miedo a lo conocido. A situaciones concretas, definibles. Timidez.
21 Mustard: Mostaza
Depresión y tristezas de causas desconocidas, que aparecen y desaparecen sin motivo.
22 Oak: Roble
Luchar desesperadamente contra la corriente y sin descanso. Dedicación obsesiva al trabajo.
23 Olive: Olivo
Agotamiento total, físico y/o mental.
24 Pine: Pino
Desesperación por sentimiento de culpa y autorreproche.
25 Red chestnut: Castaño rojo
Miedo a que les suceda algún daño a los seres queridos. Preocupación por ellos.
26 Rock rose:  Heliantemo o Jarilla
Pánico y terror paralizante. Estados de angustia agudos. Pesadillas.
27 Rock water: Agua de roca
Perfeccionismo. Severidad. Rigidez consigo mismo.
28 Scleranthus: Scleranthus
Indecisión entre dos extremos opuestos.
29 Star of Bethlehem: Leche de gallina
Secuelas de traumatismos físicos y mentales.
30 Sweet chestnut: Castaño dulce
Desesperación profunda. Sienten que han llegado al límite del sufrimiento.
31 Verbain: Verbena
Fanatismo. No comparte la carga. Fortaleza.
32 Vine: Vid
Avidez por el poder. Dominador. “Pequeño tirano”.
33 Walnut: Nogal
Indecisión para iniciar etapas nuevas o manejar situaciones difíciles.
34 Water violet: Violeta de agua
Soledad de los orgullosos. Distanciamiento por sentimiento de superioridad.
35 White chestnut: Castaño de Indias
Rumiación torturante de ideas. Diálogos internos
36 Wild oat: Avena silvestre
Falta de metas. Descontento e incertidumbre por desconocer la misión en la vida.
37 Wild Rose: Rosa silvestre o Escaramujo 
Desinterés, apatía, resignación, capitulación. Falta de motivación.

38 Willow: Sauce
Se siente víctima del destino. Resentimientos.

HADAS DE LA PRIMAVERA


En primavera, las hadas de las flores actúan siguiendo el ritmo de la naturaleza. No necesitan saber las fechas del calendario, pero a partir del 20 de marzo, cuando los días son ya más largos, las flores empiezan a brotar y abrirse de par en par, asistidas por sus hadas cuidadoras que les transmiten su fuerza y alegría. La primera en aparecer es el hada del tulipán, que con delicadeza despierta los pequeños bulbos, animándolos a asomar sus cabecitas. De este modo cuando los primeros tulipanes emergen, las hadas se dan cuenta de que la primavera ha llegado. A continuación, cada hada va desperezándose junto con su flor respectiva; el zuzón, la margarita, la becabunga, la prímula, celidonia, el diente de león, la ortiga o el narciso trompón. Todas las hadas se disponen a celebrar con gran júbilo el estallido multicolor de la primavera, en la víspera del 11 de mayo. 

viernes, 5 de septiembre de 2014

El compañero desconocido


Hay una presencia que recorre contigo el camino de la vida. Jamás te abandona. A solas o acompañado, siempre la tienes contigo. Cuando naciste, salió contigo del útero, pero con la conmoción de tu llegada nadie lo advirtió. Aunque te rodea, tal vez no seas consciente de su compa­ñía. Esta presencia es la Muerte.
Nos equivocamos al creer que la muerte sólo llega al fi­nal de la vida. Tu muerte física no es sino la consumación de un proceso iniciado por tu acompañante secreto en el momento en que naciste. Tu vida es la de tu cuerpo y tu alma, pero la muerte rodea a ambos. ¿Cómo se manifiesta en nuestra experiencia cotidiana? La vemos en distintos disfraces en las zonas de nuestra vida en que somos vulne­rables, débiles, negativos o estamos heridos. Uno de los rostros de la muerte es la negatividad. En cada uno hay una herida de negatividad; es como una llaga en tu vida. Puedes ser cruel y destructivo contigo mismo incluso cuando los tiempos son buenos. Algunas personas están viviendo mo­mentos maravillosos en este preciso instante, pero no se dan cuenta de ello. Tal vez, más adelante, en épocas duras o destructivas, uno recordará esos tiempos y dirá: «Era feliz entonces, pero lamentablemente no me daba cuenta».

Escuchar de verdad es adorar

El sentido del oído nos permite oír la creación. Uno de los grandes umbrales de la realidad es el que hay entre el soni­do y el silencio. Todos los buenos sonidos tienen silencio en su proximidad, delante y detrás de ellos. El primer soni­do que oye el ser humano es el del corazón de la madre en las oscuras aguas de la matriz. Por eso desde antaño esta­mos en armonía con el tambor como instrumento musical. Su sonido nos serena porque evoca el tiempo en que la­tíamos al unísono con el corazón de la madre. Era una época de comunión total. No existía separación alguna; nuestra unidad con otro era completa. P. J. Curtis, el gran estudioso irlandés del rythm and blues suele decir que al buscar el sentido de las cosas, en realidad buscamos el acorde perdido. Cuando la humanidad lo descubra, se eli­minará la discordia del mundo y la sinfonía del universo entrará en armonía consigo misma.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Fragancia y aliento

El sentido del olfato o la fragancia es sutil e inmediato. Los especialistas dicen que el olfato es el más fiel de los sentidos por lo que se refiere a la memoria. Todos conservamos los olores de la infancia. Es increíble que un aroma de la calle o de una habitación pueda evocar recuerdos de experiencias largamente olvidadas. Desde luego, los animales poseen un sentido del olfato maravillosamente útil. Al pasear un pe­rro uno se da cuenta de que su percepción del paisaje es en­teramente distinta, ya que sigue caminos determinados por los olores y vive aventuras al rastrear senderos invisi­bles por todas partes. Cada día respiramos veintitrés mil cuarenta veces; poseemos cinco millones de células olfato­rias. Un perro ovejero tiene doscientos veinte millones de esas células. El sentido del olfato es tan poderoso en el mundo animal porque ayuda a la supervivencia al alertar sobre el peligro; es vital para el sentido de la vida.

Sabor y habla

El sentido del sabor es sutil y complejo. La lengua es el ór­gano tanto del sabor como del habla. Aquél es una de las víctimas de nuestro mundo moderno. Vivimos bajo pre­siones y tensiones que nos dejan poco tiempo para sabo­rear los alimentos. Una vieja amiga mía suele decir que la comida es amor. Quien come en su casa, debe hacerlo con tiempo y paciencia, con atención a lo que se le sirve.
Hemos perdido el sentido del decoro que corresponde al acto de comer, así como del rito, presencia e intimidad que acompaña la comida; no nos sentamos a comer a la manera antigua. Una de las cualidades más célebres del pueblo celta era la hospitalidad. Al forastero se lo recibía con una comida. Este acto de cortesía precedía invariablemente a cualquier asunto. Cuando celebras una comida, percibes sabores que habitualmente se te pasan por alto, Muchos alimentos modernos carecen de sabor; mientras crece, lo fuerzan con fertilizantes artificiales y lo riegan con productos químicos.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Estilos de visión


Para el ojo temeroso, todo es amenazante. Cuando miras al mundo con temor, sólo puedes ver y concentrarte en las cosas que pueden dañar o amenazarte. El ojo temeroso siempre está acosado por las amenazas.
Para el ojo codicioso, todo se puede poseer. La codicia es una de las fuerzas potentes del mundo occidental mo­derno. Lo triste es que el codicioso jamás disfrutará de lo que tiene, porque sólo puede pensar en lo que aún no po­see, tierras, libros, empresas, ideas, dinero o arte. La fuerza motriz y las aspiraciones de la codicia siempre son las mis­mas. La felicidad es posesión, pero lo triste es que ésta vive en un estado permanente de desasosiego; su sed interior es insaciable. La codicia es patética porque siempre la acosa y la agota la posibilidad futura; jamás presta atención al pre­sente. Con todo, el aspecto más siniestro de la codicia es su capacidad para adormecer y anular el deseo. Destruye la inocencia natural del deseo, aniquila sus horizontes y los reemplaza por una posesividad frenética y atronada. Esta codicia envenena la Tierra y empobrece a sus habitantes. Tener se ha convertido en el enemigo siniestro de ser.
Para el ojo que juzga todo está encerrado en marcos inamovibles. Cuando mira hacia el exterior, ve las cosas se­gún criterios lineales y cuadrados. Siempre excluye y se­para, y por eso jamás mira con espíritu de comprensión o celebración. Ver es juzgar. Lamentablemente, el ojo que juzga es igualmente severo consigo mismo. Sólo ve las imá­genes de su interioridad atormentada proyectadas hacia el exterior desde su yo. El ojo que juzga recoge la superficie reflejada y llama verdad a eso. No posee el don de perdonar ni la imaginación suficiente para llegar al fondo de las co­sas, donde la verdad es paradójica. El corolario de la ideo­logía del juicio superficial es una cultura que se basa en las imágenes inmediatas.

martes, 2 de septiembre de 2014

El ojo es como el alba

Veamos en primer término el sentido de la vista. En el ojo humano, la intensidad de la presencia humana se concen­tra de manera singular y se vuelve accesible. El universo en­cuentra su reflejo y comunión más profundos en él. Puedo imaginar a las montañas soñando con el advenimiento del ojo humano. Cuando se abre, es como si se produjera el alba en la noche. Al abrirse, encuentra un mundo nuevo. Tam­bién es la madre de la distancia. Al abrirse, nos muestra que los otros y el mundo están fuera, distantes de nosotros. El acicate de tensión que ha animado a la filosofía occidental es el deseo de reunir el sujeto con el objeto. Acaso es el ojo como madre de la distancia quien los separa.

El corazón humano nunca termina de nacer

Aunque el cuerpo humano nace íntegro en un instante, el corazón humano nunca termina de nacer. Es pando en cada vivencia de tu vida. Todo cuanto te sucede tiene el po­tencial de hacerte más profundo. Hace nacer en ti nuevos territorios del corazón. Patrick Kavanagh aprehende esta sensación de bendición del suceso: «Ensalza, ensalza, en­salza/lo que sucedió y lo que es».  Se unge el corazón como órgano principal de la salud del niño, pero también como lugar donde anidarán sus sentimientos. La oración pide que el niño que acaba de nacer jamás quede atrapado, apresado o enredado en las falsas redes interiores del negativismo, el rencor o la autodestrucción. Con las bendiciones se aspi­ra a que el niño posea fluidez de sentimientos en su vida, que sus sentimientos fluyan libremente, transporten su alma hacia el mundo y recojan de éste alegría y paz.

lunes, 1 de septiembre de 2014

La luz es generosa

Si alguna vez te has encontrado al aire libre poco antes del alba, habrás observado que la hora más oscura de la noche es la que precede a la salida del sol. Las tinieblas se vuelven más oscuras y anónimas. Si nunca hubieras estado en el mundo ni sabido lo que era el día, jamás podrías imaginar cómo se disipa la oscuridad, cómo llega el misterio y el color del nuevo día. La luz es increíblemente generosa, pero a la vez dulce. Si observas cómo llega el alba, verás cómo la luz seduce a las tinieblas. Los dedos de luz aparecen en el horizonte; sutil, gradualmente, retiran el manto de oscuridad que cubre el mundo. Tienes frente a ti el misterio del amanecer, del nuevo día. Emerson dijo: «Los días son dioses, pero nadie lo sospecha.» Una de las tragedias de la cultura moderna es que hemos perdido el contacto con estos umbrales primitivos de la naturaleza. La urbanización de la vida moderna nos apartó de esta afinidad fecunda con nuestra madre Tierra. Forjados desde la tierra, somos almas con forma de arcilla. Debemos latir al unísono con nuestra voz interior de arcilla, nuestro anhelo. Pero esta voz se ha vuelto inaudible en el mundo moderno. Al carecer de conciencia de lo que hemos perdido, el dolor de nuestro exilio espiritual es más intenso por ser en gran medida incomprensible.

LAS HADAS DE KNOCKGRAFTON


Hace ya muchísimos años, tantos que no podría contarlos, en la fértil tierra de Lough Neagh[i] existió un hombre muy, pero muy pobre, que vivía en una humilde choza, a la orilla del río Bann, cuyas aguas turbulentas bajan de las sombrías laderas de los montes Anthrim.

Lushmore,[ii] a quien habían apodado así los lugareños, a causa de que siempre llevaba en su alto sombrero de rafia una pequeña rama de muérdago, como la que los leprechauns[iii] ponen en las hebillas de los suyos, tenía sobre su espalda una gran joroba, que prácticamente lo doblaba en dos, como si una mano gigante hubiera arrollado su cuerpo hacia arriba y se lo hubiera colocado sobre los hombros. Tal era el peso de ese enorme apósito de carne, que cuando el pobre Lushmore estaba sentado —y lo estaba casi todo el tiempo, pues sus flacas piernas apenas podían sostener su cuerpo—, quedaba doblado por la cintura, con su pecho apoyado sobre sus muslos, única manera de sostener el peso de su giba.