El don de escuchar es hermoso. Se dice que ser sordo
es peor que la ceguera porque uno queda aislado en un mundo interior de
silencio aterrador. Aunque uno ve las personas y el mundo que lo rodea, estar
mera del alcance del sonido y la voz humana es estar muy solo. Hay una
diferencia muy importante entre oír y escuchar. A veces oímos las cosas pero
no las escuchamos. Cuando escuchamos realmente, percibimos lo que no se dice o
no se puede decir. A veces los umbrales más importantes del misterio son
lugares de silencio. Llevar una vida verdaderamente espiritual significa
respetar la fuerza y la presencia del silencio. Martin Heidegger dice que
escuchar es adorar. Cuando escuchas con el alma, entras en el ritmo y la armonía
de la música del universo. La amistad y el amor te enseñan a sintonizar con el
silencio, llegar a los umbrales del misterio donde tu vida y la de tu amado se
penetran mutuamente.
Los poetas son personas que buscan permanentemente el
umbral donde se tocan el silencio y el lenguaje. Uno de los objetivos cruciales
del poeta es hallar su propia voz. Cuando empiezas a escribir, crees que estás
componiendo bellos poemas; luego lees a otros poetas y adviertes que ya han
escritos poemas similares. Comprendes que los imitabas inconscientemente.
Necesitas tiempo para separar las voces superficiales de tu propio don con el
fin de entrar en la clave profunda y la tonalidad de tu alteridad. Cuando
hablas con esa voz interior profunda, lo haces desde el tabernáculo singular
de tu presencia. Hay una voz interior en ti que nadie, ni tú mismo, ha
escuchado. Si te das la oportunidad del silencio, empezarás a desarrollar tu
oído para escuchar en lo profundo de ti mismo la música de tu propio espíritu.
Después de todo, la música es el sonido más perfecto
para encontrar el silencio. Cuando oyes música, adviertes la belleza con que
corona y trama el silencio, cómo revela el misterio oculto del silencio. Mucho
antes de que aparecieran los humanos, había aquí una música antigua. Pero uno
de los dones más hermoso que los humanos aportaron a la Tierra es la música. En
la gran música, el antiguo anhelo de la Tierra encuentra su expresión. El gran
director Sergiu Celibidace dice que no creamos música, sino solamente las
condiciones para que ella pueda aparecer. La música atiende al silencio y la
soledad de la naturaleza; es una de las experiencias sensoriales más
poderosas, inmediatas e íntimas. Es acaso el arte que mas nos acerca a lo
eterno, porque cambia inmediata e irreversiblemente nuestra vivencia del
tiempo. Al escuchar música hermosa, entramos en la dimensión eterna del
tiempo. El tiempo lineal transitorio, quebrado, se desvanece y entramos en el
círculo de comunión con lo eterno. Sean 0'Faolain dice que «en presencia de la
gran música no podemos sino vivir noblemente».
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