Pero en un sentido maravilloso, el ojo, como madre de
la distancia, nos lleva a preguntarnos por el misterio y la alteridad de todo
lo que está fuera de nosotros. En este sentido, el ojo es a la vez la madre de
la intimidad, ya que acerca lo demás a nosotros. Cuando realmente contemplas
algo, lo incorporas a ti. Se podría escribir una bella obra espiritual sobre la
santidad de la contemplación. Lo opuesto de ésta es la mirada escrutadora.
Cuando te escrutan, el ojo del Otro es un tirano. Te conviertes en objeto de la
mirada del Otro de una forma humillante, invasora y amenazante.
Cuando miras algo profundamente, se vuelve parte de
ti. Éste es uno de los aspectos siniestros de la televisión. La gente mira
constantemente imágenes vacías y falsas; imágenes pobres que invaden el mundo
interior del corazón. El mundo moderno de la imagen y los medios electrónicos
recuerdan la maravillosa alegoría de la cueva de Platón. Los prisioneros,
engrillados y alineados, contemplan la pared de la cueva. El fuego que arde a
sus espaldas proyecta imágenes en la pared. Los prisioneros creen que esas
imágenes son la realidad, pero sólo son sombras reflejadas. La televisión y el
mundo informático son enormes páramos llenos de sombras. Cuando contemplas algo
que puede devolverte la mirada o que posee reserva y profundidad, tus ojos se
curan y se agudiza tu sentido de la vista.
Existen personas físicamente ciegas, que han vivido
siempre en un monopaisaje de tinieblas. Nunca han visto una ola, una piedra,
una estrella, una flor, el cielo ni la cara de otro ser humano. Sin embargo, hay
personas con visión perfecta que son totalmente ciegas. El pintor irlandés Tony
O'Malley es un artista maravilloso de lo invisible; en una bella introducción a
su obra, el artista inglés Patrick Heron dijo: «A diferencia de la mayoría de
las personas. Tony O'Malley anda por el mundo con los ojos abiertos».
Muchos hemos convertido nuestro mundo en algo tan
familiar que ya no lo miramos. Esta noche podrías hacerte la siguiente
pregunta: ¿Qué he visto realmente hoy? Te sorprendería lo que no has visto. Tal
vez tus ojos han sido reflejos condicionados que han funcionado todo el día de
manera automática, sin prestar verdadera atención ni reconocer nada; tu mirada
jamás se ha detenido ni prestado atención. El campo visual siempre es complejo,
los ojos no pueden abarcarlo todo. Si tratas de captar el campo visual total,
éste se vuelve indistinto y borroso; si te concentras en un aspecto, lo ves
claramente, pero pierdes de vista el contexto. El ojo humano siempre
selecciona lo que quiere ver, a la vez que evita lo que no quiere ver. La
pregunta crucial es qué criterio empleamos para decidir qué queremos ver y cómo
eludimos lo que no queremos ver. Esa estrechez de miras es causa de muchas
vidas limitadas y negativas.
Es desconcertante comprobar que lo que ves y cómo lo
ves determina cómo y quién serás. Un punto de partida interesante para el
trabajo interior es explorar la propia manera particular de ver las cosas.
Pregúntate: ¿de qué manera contemplo el mundo? La respuesta te permitirá
descubrir tus criterios para ver. Hay muchos estilos de visión.
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