Brawen
(Hada Reina de la Primavera ): Debido a su juventud y hermosura, los antiguos
celtas consideraban a Branwen, hija del Dios de las aguas Manannan y esposa del
legendario rey irlandés Mathowch, el símbolo de la primavera repleta de vida y
color. En la mitología celta, Branwen es una de las tres matriarcas de Bretaña
y Diosa del renacimiento y de la regeneración. Por ello, uno de sus atributos
es el caldero, que, al igual que el Grial, contiene la esencia misma del
despertar y la vida. El hermano de Branwen es Bran, Dios del sol y Señor de la
profecía y las artes, así como de las batallas. Branwen se enfrenta a Caillech,
la Reina del invierno, en el festival de Beltaine ( uno de mayo ), que da la
bienvenida a la primavera. En la contienda sale vencedora Branwen, que, sentada
en su trono de flores, pasa a presidir el ritual en que se encienden hogueras
coronadas con largas pértigas, símbolos de los robles sagrados. Dado que la
primavera se ha interpretado, tradicionalmente, como la metáfora del despertar
de la pasión amorosa, hay quien compara Branwen con la Diosa griega Afrodita
(Venus para los romanos ), Diosa del amor. lo cierto es que los jóvenes
enamorados acuden a ambas diosas para rendirles culto y recibir sus dones.
Afrodita, al igual que Branwen, regia también la fiesta de la primavera, que en
la antigua Grecia se celebraba el uno de abril. En este festival, no solo se
celebraba la gracia y la hermosura de la naturaleza, sino también el amor
imperecedero y el deseo amoroso, que, según se creía, rebrotaba con fuerza en
esta estación del año.
Por su identificación con la Diosa grecorromana,
Branwen se conoce también con el nombre de "Venus de los mares y de las
tierras del norte". En algunas culturas, la reina de la primavera se considera
el heraldo del Dios del sol, al que precede o sigue en su aparición. Según una
antigua leyenda, equivalente a la de la Diosa griega Afrodita, Branwen surgió
de las aguas del mar, alumbrada por los rayos del sol. Los colores que se
atribuyen a Branwen son el rosa, verde y el azul celeste y las piedras
preciosas, el aguamarina y la turquesa, Branwen es, además, un símbolo
claramente femenino y se erige en guardiana de la fecundidad. Las Hadas del
Verano: El 21 de junio, cuando el sol alcanza su máxima separación boreal,
llega el verano y muchas plantas y flores, como la hierba de San Juan, el botón
de oro, la hierba de San Roberto, el nomeolvides, la amapola, la dedalera, el
trébol blanco, el solano, el brezo, la hierba de carpintero, la escabiosa, y
tantas otras, crecen en todo su esplendor gracias a la energía de sus hadas
guardianas, que ayudan a transmutar sus elementos químicos. Las hadas de las
flores aman esta estación del año y se entregan a toda clase de juegos. Se
persiguen unas a otras, se columpian de las ramas de los árboles o hacen
cabriolas en el aire para demostrar su alegría veraniega. En las horas de
descanso, se tienden en los prados para degustar sabrosos frutos y exquisitos
pasteles, luego toman baños de sol, sestean o se balancean sobre las aguas de los
arroyuelos, hasta que llega la gran fiesta del verano, la noche de San Juan, la
más corta del año. Esta celebración mágica da comienzo en el ramaje del limero,
de donde descienden las hadas, una a una, para formar un corro en torno a una
resplandeciente hoguera de ardientes y purificadoras llamas que invitan a las
hadas a danzar alrededor del fuego. Y las hadas giran y giran, cada vez más
rápido, al tiempo que entonan cánticos de júbilo con sus suaves voces, hasta
que llegan las primeras luces del alba y cada una regresa a su flor o a su
planta. Y es que la noche de San Juan esta llena de magia: las propiedades
curativas de las hierbas son mejores, las plantas crecen con mayor empuje y
pueden suceder todo tipo de acontecimientos sorprendentes; por ejemplo, que los
humanos vean a las hadas, que durante el resto del año permanecen invisibles
para ellos. Esta celebración feérica del solsticio de verano tiene su parangón
en la tradición celta con Lughnasadh o fiesta consagrada al dios irlandés Lug,
Llew en Gales, y Lugus en Bretaña. En otras culturas, todavía hoy se celebra la
vigilia de San Juan con grandes hogueras, fuegos artificiales y atronadores
petardos, que dan la bienvenida al verano
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