martes, 9 de septiembre de 2014

HADAS DEL INVIERNO


El invierno trae consigo días grises, frío y nieve. Los pájaros emigran hacia tierras más cálidas y los árboles se quedan sin hojas. Los campesinos no tienen tanto trabajo como el resto del año, pero las hadas del invierno emprenden una intensa actividad. Se ocupan cuidadosamente de los árboles y las plantas perennes, como el pino o el boj, y lo verifican con su energía espiritual, y previenen o reparan los daños que pueden ocasionar la nieve y el frió en los arbustos más frágiles. Al igual que las hadas de otras estaciones, las del invierno están perfectamente preparadas para su tarea, e incluso sus vestidos se confunden con los colores de la vegetación invernal. Desde los limpios tonos blancuzcos de las hadas del lirio de invierno y del endrino, los amarillos de los elfos del tejo y de la pequeña hada del bonetero, y el violáceo del elfo de la ortiga muerta. Y es que los colores que lucen las hadas y los elfos del invierno se corresponden con los de las plantas y las flores a los que están vinculados.
 Pero entre todos ellos destacan de una manera especial el hada del árbol de navidad y el elfo del acebo como los más representativos del solsticio de invierno. La noche del 22 de diciembre, el hada del árbol de navidad, llevando una varita luminosa en la mano, encabeza el cortejo del carnaval de invierno del país de las hadas. Las demás llevan ramas de abeto y entonan villancicos excepto el hada del bonetero y el elfo del tejo, que iluminan con velas la oscuridad entre la maleza, y el elfo del acebo que, vestido como un bufón errante, con campanillas en el gorro y los zapatos, distraen a la comitiva con juegos malabares. Las hadas patinan sobre los helados charcos, construidos por las hadas de los hielos, y beben un sabroso té a la menta para entrar en calor. Las más jóvenes se lanzan bolas de nieve del tamaño de un guisante y juegan a espantarse con ramitas de muérdago.

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