miércoles, 23 de julio de 2014

CÓMO APLICAR LA LEY DE LA POTENCIALIDAD PURA

Pondré a funcionar la ley de la. Potencialidad pura comprometiéndome a hacer lo siguien­te:


1) Me pondré en contacto con el campo de la potencialidad pura destinando tiempo todos los días a estar en silencio, limitándome sólo a ser. También me sentaré solo a meditar en silencio por lo menos dos veces al día, aproxi­madamente durante treinta minutos por la mañana y treinta por la noche.

2) Destinaré tiempo todos los días a estar en comunión con la naturaleza y ser testigo si­lencioso de la inteligencia que reside en cada cosa viviente. Me sentaré en silencio a ob­servar una puesta del sol, o a escuchar el rui­do del océano o de un río, o sencillamente a oler el aroma de una flor. En el éxtasis de mi propio silencio, y estando en comunión con la naturaleza, disfrutaré el palpitar milenario de la vida, el campo de la potencialidad pura y la creatividad infinita.

3) Practicaré el hábito de no juzgar. Comenza­ré cada día diciéndome: "Hoy no juzgaré nada de lo que suceda", y durante todo el día me repetiré que no debo juzgar.

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No conozco ningún hecho más alentador que la incuestionable capacidad del hombre para dignificar su vida por medio del esfuerzo consciente.
HENRI DAVID THOREAU


Mientras leemos esta página , tratemos de tomar distancia respecto de sí mismo. Tratemos  de proyectar nuestra conciencia hacia un rincón del techo y mírnos leyendo, con el ojo de la mente. ¿Podemos mirarnos casi como si fuera otra persona?
Intentemos ahora otra cosa. Piense en el estado de ánimo en el que se encuentra. ¿Puedemos identificarlo? ¿Qué estamos sintiendo? ¿Cómo describiríamos el presente estado mental?
Piensa ahora durante un minuto sobre cómo está trabajando tu mente. ¿Es rápida y despierta? ¿Te  sientes dividido entre practicar este ejercicio mental y conjeturar lo que se pretende con él?
Nuestra  capacidad para hacer lo que acaba de hacer es específicamente  humana. Los animales no la poseen.
La denominamos «autoconciencia»; es la aptitud para pensar en los propios procesos de pensamiento.
Por eso podemos evaluar y aprender de las experiencias de los otros, tanto como de las nuestras. Por eso podemos crear y destruir nuestros hábitos.
No somos nuestros sentimientos. No somos nuestros estados de ánimo. Ni siquiera somos nuestros pensamientos. Somos potencialidad pura . El hecho mismo de que podamos pensar sobre estas cosas nos separa de las cosas y del mundo animal. La autoconciencia nos permite distanciarnos y examinar incluso el modo en que nos «vemos»: ver el paradigma de nosotros mismos, que es el más fundamental para la efectividad. Afecta no sólo a nuestras actitudes y conductas, sino también al modo en que vemos a las otras personas. Se convierte en nuestro mapa de la naturaleza básica de la humanidad.
De hecho, mientras no tengamos en cuenta cómo nos vemos a nosotros mismos (y cómo vemos a los otros) no seremos capaces de comprender cómo ven los otros y qué sienten acerca de sí mismos y de su mundo. Sin conciencia, proyectaremos nuestras propias intenciones sobre su conducta, y al mismo tiempo nos consideraremos objetivos.

Esto limita significativamente nuestro potencial personal y también nuestra capacidad para relacionarnos con los demás. Pero a causa de la singular capacidad humana de la autoconciencia, podemos examinar nuestros paradigmas para determinar si son principios basados en la realidad, o están en función de condicionamientos y condiciones.

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