Pondré a funcionar la ley de la. Potencialidad pura comprometiéndome a hacer lo siguiente:
1)
Me pondré en contacto con el campo de la potencialidad pura destinando tiempo
todos los días a estar en silencio, limitándome sólo a ser. También me sentaré
solo a meditar en silencio por lo menos dos veces al día, aproximadamente
durante treinta minutos por la mañana y treinta por la noche.
2)
Destinaré tiempo todos los días a estar en comunión con la naturaleza y ser
testigo silencioso de la inteligencia que reside en cada cosa viviente. Me
sentaré en silencio a observar una puesta del sol, o a escuchar el ruido del
océano o de un río, o sencillamente a oler el aroma de una flor. En el éxtasis
de mi propio silencio, y estando en comunión con la naturaleza, disfrutaré el
palpitar milenario de la vida, el campo de la potencialidad pura y la
creatividad infinita.
3)
Practicaré el hábito de no juzgar. Comenzaré cada día diciéndome: "Hoy no
juzgaré nada de lo que suceda", y durante todo el día me repetiré que no
debo juzgar.
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No conozco ningún hecho más alentador que la
incuestionable capacidad del hombre para dignificar su vida por medio del
esfuerzo consciente.
HENRI DAVID THOREAU
Mientras leemos esta página , tratemos de tomar
distancia respecto de sí mismo. Tratemos de proyectar nuestra conciencia hacia un
rincón del techo y mírnos leyendo, con el ojo de la mente. ¿Podemos mirarnos
casi como si fuera otra persona?
Intentemos ahora otra cosa. Piense en el estado de
ánimo en el que se encuentra. ¿Puedemos identificarlo? ¿Qué estamos sintiendo?
¿Cómo describiríamos el presente estado mental?
Piensa ahora durante un minuto sobre cómo está
trabajando tu mente. ¿Es rápida y despierta? ¿Te sientes dividido entre practicar este
ejercicio mental y conjeturar lo que se pretende con él?
Nuestra capacidad para hacer lo que acaba de hacer es específicamente
humana. Los animales no la poseen.
La denominamos «autoconciencia»; es la aptitud para
pensar en los propios procesos de pensamiento.
Por eso podemos evaluar y aprender de las
experiencias de los otros, tanto como de las nuestras. Por eso podemos crear y
destruir nuestros hábitos.
No somos nuestros sentimientos. No somos nuestros
estados de ánimo. Ni siquiera somos nuestros pensamientos. Somos potencialidad
pura . El hecho mismo de que podamos pensar sobre estas cosas nos separa de las
cosas y del mundo animal. La autoconciencia nos permite distanciarnos y
examinar incluso el modo en que nos «vemos»: ver el paradigma de nosotros
mismos, que es el más fundamental para la efectividad. Afecta no sólo a
nuestras actitudes y conductas, sino también al modo en que vemos a las otras
personas. Se convierte en nuestro mapa de la naturaleza básica de la humanidad.
De hecho, mientras no tengamos en cuenta cómo nos
vemos a nosotros mismos (y cómo vemos a los otros) no seremos capaces de
comprender cómo ven los otros y qué sienten acerca de sí mismos y de su mundo.
Sin conciencia, proyectaremos nuestras propias intenciones sobre su conducta, y
al mismo tiempo nos consideraremos objetivos.
Esto limita significativamente nuestro potencial
personal y también nuestra capacidad para relacionarnos con los demás. Pero a
causa de la singular capacidad humana de la autoconciencia, podemos examinar nuestros
paradigmas para determinar si son principios basados en la realidad, o están en
función de condicionamientos y condiciones.
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