..No quiero que sigas apareciendo
y desapareciendo tan súbitamente.
¡Si le das a una vértigos!
Y esa vez desapareció muy lentamente,
empezando por la punta de la cola
y terminando por la sonrisa,
que se mantuvo ahí durante un tiempo
después que todo lo demás.
Si alguna vez un Géminis te hace pensar, lector, que estás
viendo doble, no te pongas otras gafas. Recuerda simplemente que Géminis es el
signo de los Gemelos, y que en su personalidad cambiante hay dos lados bien
distintos. Ahora lo ves, dentro de un momento no. ¿Era amor lo que te pareció
distinguir al vuelo en la movilidad de esos rasgos? ¿Odio? ¿Éxtasis?
¿Inteligencia? ¿Idealismo? ¿Tristeza? ¿Alegría? Los cambios mercuriales de la
expresión de Géminis son tan fascinantes de observar como las luces psicodélicas
en una discoteca. Es difícil decir dónde termina la realidad y comienza la
ilusión. Ambas se mezclan... y luego se separan.
Saber dónde hay que buscar estas versátiles criaturas
requiere pensarlo un poco de antemano. Géminis puede estar en un lugar hoy y en
otro mañana. Y súbitamente, vamos. Los Gemelos pueden cambiar de ropa, de
trabajo, de amor o de residencia con la misma rapidez con que cambian de
opinión... cosa que hacen muy deprisa. Si quieres encontrar un ejemplar bueno
para estudiar tendrás que moverte mucho. Podrías intentar en una librería,
donde los Géminis suelen andar husmeando, ya que con una rápida lectura de las
paginas son capaces de captar lo esencial del contenido. (No fue casualidad que
John F. Kennedy practicara la lectura rápida.) La gente de Mercurio tiene
también el desagradable hábito de empezar a leer por la última página. Si
conoces a algún Géminis que alguna vez haya leído un libro desde el comienzo
hasta el final, sin aburrirse por la mitad, envíalo como curiosidad al circo, o
estudia su carta natal para ver si tiene ascendente Tauro, Capricornio o uno de
los signos mas persistentes. A Géminis le gusta leer un libro con movimiento de
lanzadera, y la misma forma de acción prefiere también con otras cosas, aparte
de la lectura.
Con toda seguridad te encontrarás con uno o dos Gemelos
flotando por los pasillos y batiéndose en un duelo de ingenio con la gente, en
estaciones de radio, empresas de relaciones públicas, editoriales, locales de
exposición y venta de automóviles o agencias de publicidad, si es que puedes
atrapar a alguno entre una reunión y otra. Y cuando encuentres a este personaje
fluido como el mercurio, estúdialo cuidadosamente, aunque con sólo seguirlo de
un lado a otro quedarás agotado. Lo primero que observarás es una energía
nerviosa que cruje, chisporrotea y restalla en el aire en torno de él. Si tiene
la Luna en
Escorpio, Libra, Cáncer o Capricornio, es posible que no vibre con un
chisporroteo tan evidente, pero las demás manifestaciones estarán latentes y
percibirás su presencia por debajo de la influencia de las otras posiciones
planetarias. A veces se encuentra uno con un Géminis que habla lentamente, pero
la mayor parte de ellos lo hacen con extraordinaria rapidez. Todos son rápidos
para escuchar.
Hombre o mujer, el nativo de Géminis se impacienta con los
conservadores que se quedan estancados, o con la gente que es incapaz de
decidir su posición en un momento dado. Géminis sabe cual es su posición, por
el momento al menos.
A no ser que tenga un antecedente en conflicto, físicamente
Géminis da sujetos delgados, ágiles y de altura superior a la media. Muchos de
ellos tienen rasgos finos y nítidos, como si estuvieran tallados en un camafeo.
Se encuentran algunos de ojos oscuros, sin duda, pero la mayor parte de los
regidos por Mercurio tienen hermosos ojos castaños, azules, verdes o grises,
claros como el cristal y que continuamente destellan y se mueven de un lado a
otro. Géminis jamás deja descansar los ojos en el mismo objeto durante más de
algunos segundos. De hecho, la rapidez con que mueve los ojos suele ser la
manera más fácil de reconocerlo. Suele ser de cutis pálido, aunque generalmente
se broncea fácilmente, y esto sirve para distinguirlos en verano. (En invierno
es frecuente que estén quemados por el sol y el viento de las pistas de esquí.)
Géminis exhibe una cierta cualidad ansiosa, una inmediata y
amistosa simpatía, y es de movimientos excepcionalmente rápidos, no exentos de
gracia. Pueden ser de pelo claro u oscuro, o ambas cosas... veteados, digamos.
Los Gemelos, ¿recuerdas? Es probable que tengan nariz larga y recta, o
diminuta, y en todo caso, bien formada. Una calva incipiente es común entre los
hombres (debido a la intensa actividad cerebral, tal vez), y es frecuente que
ambos sexos presenten frente alta y despejada.
Generalmente, es un error tratar de inmovilizar a Géminis en
un lugar o en una idea. Y lo es siempre desafiarle a una batalla de ingenio, ya
que con la mayor facilidad se vale de la lengua para armar y desarmar
situaciones. Piensa con rapidez cuando está de pie (o en cualquier posición);
puede ser ácidamente satírico y es mas despierto que casi todo el mundo. Hay
mercurianos que encuentran un perverso deleite en desconcertar a los espíritus
más lentos con la vertiginosa rapidez de sus procesos mentales. ¿A quién le
gustaría enzarzarse en una discusión con el Géminis Bob Hope?
A veces, uno tendrá la impresión de que las personas nacidas
en junio aterrizan junto a uno, como pájaros curiosos, echan un vistazo
inquieto a la escena y se van volando en dirección totalmente diferente antes
de que se haya tenido tiempo de saludarles. Yo suelo encontrarme con un amigo
Géminis en un bar, a comer un trozo de pastel de queso y charlar un rato.
Tiene entre treinta y cinco y cuarenta años, pero parece un
estudiante universitario; típico de la apariencia intemporal de Géminis.
Durante un rato conversamos agradablemente, interrumpiéndonos uno a otro y
pasando ágilmente de uno a otro tema. En el momento en que yo busco en mi bolso
la polvera o el bolígrafo, al levantar la vista... como si fuera el artista de
las desapariciones en un número de magia, mi amigo Géminis se ha hecho humo,
llevándose consigo la cuenta. (Los ejemplares menos evolucionados del género se
aprovechan de esta agilidad para dejarle a uno que pague.) Cuando él opta por
disolverse de esta manera, yo miro ansiosamente por el local y de pronto ahí lo
veo... haciendo una llamada telefónica o saludándome alegremente con la mano
mientras se escurre por la puerta rumbo a Dios sabe dónde.
El Géminis de quien hablaba se comprometió hace poco con una
encantadora muchacha Acuario (si alguien puede seguirle el Juego a un
escurridizo Géminis, ese alguien es Acuario), y una semana antes de la boda,
uno habría apostado cualquier cosa a que de alguna manera conseguiría zafarse
del nudo, a que no llegaría a tiempo a la iglesia. Pero llegó. Los Géminis le
pueden dar a uno grandes sorpresas, sobre todo cuando están enamorados.
Una de mis Géminis favoritas es una mujer de Mercurio
que –típicamente– tiene un servicio
de tele–radio llamada en Nueva York. Hasta hubo una obra de teatro basada en su
vida. Debido tal vez a las veinte horas diarias que se pasaba pegada al
teléfono, no tiene en sus pies la misma agilidad que tenía cuando trabajaba
como corista en Broadway. Claro que no se puede decir que sea ágil alguien que
rara vez puede apartarse del conmutador, pero así y todo da la impresión de
andar volando, aunque esté inmóvil. Como la mayoría de las mujeres Géminis, es
bonita de rostro y sumamente interesante; cada uno de sus rasgos denota
inteligencia, y sus manos, móviles como el mercurio, parecen pájaros que
aletearan en el aire. Mi amiga se vale de mas encanto e ingenio de lo que hay
derecho a tener para resolver alegremente los problemas de todo el mundo en
menos tiempo del que lleva guiñar uno de sus límpidos ojos azules. Yo la he
visto encontrar una baby–sitter y dos hamsters para un cliente, hacer la lista
del supermercado, extender treinta y dos cheques (una de sus ocupaciones
favoritas), telefonear a un productor de Broadway que estaba paseándose en su
yate por el Caribe, enviar nueve telegramas, doblar la ropa traída de la lavandería,
programar la semana de trabajo para sus telefonistas, encontrar la corbata azul
de su marido, anotarle la dirección de la tienda donde podía encontrar los
peces tropicales que quería su hijo, tomar cuatro fotos Polaroid del perro,
recibir y comprobar las cuentas del mes (es cierto que después las archivó
distraídamente en el cesto de los papeles), ayudar a una oficina de repartos a
encontrar una actriz que hablara seis idiomas y despertar por teléfono a doce
clientes; todo eso en el término de poco mas de una hora y sin levantarse de su
sillón giratorio. A ver quien es capaz de hacer más.
El secreto está en la naturaleza dual de los Géminis. Son
capaces de hacer dos cosas a la vez con menos esfuerzo del que necesitamos la
mayoría de nosotros para hacer una sola. Es común que las mercurianas estén
planchando, dándole de comer al bebé y hablando por teléfono, todo al mismo
tiempo. Hasta hay quien jura que todos
los de Géminis nacen con un teléfono en cada mano.
Cualquier tipo de rutina puede hacer que un Géminis típico
se sienta como un pájaro triste, enjaulado y con las alas cortadas. Son gente
que no aguanta los trabajos penosos y monótonos. Por lo común, no son las almas
mas puntuales que hay en el mundo (a no ser que casualmente tengan ascendente
Virgo, porque entonces son verdaderos despertadores humanos). El Géminis
típico, sin embargo, llega siempre tarde, no porque se olvidó de la hora sino
porque por el camino se encontró con algo que le llamaba la atención y se
desvió. La inquietud de la naturaleza mercuriana exige una excitación y un
cambio constantes para no desalentarse ni ponerse de mal humor.
Quien tenga un amigo Géminis habrá experimentado ya
probablemente uno de sus rasgos típicos, que puede ser terriblemente molesto.
Digamos, lector, que te sugiera alguna actividad, que puede ser darte una
vuelta por su apartamento (rara vez tendrá una casa, que es algo demasiado
permanente para él), ir a ver una vieja película de Humphrey Bogart que ponen
junto con un western excelente (programa doble, claro; con él nada es simple),
ir a jugar un rato al minigolf o tomar unas copas en algún bar. Tú estás cansado
y te ibas para tu casa. De todas maneras se lo agradeces, pero prefieres no ir.
Géminis lo discute contigo y te convence. Abriendo muy grandes sus ojos azules
(o verdes o castaños) de bebé, te envuelve en un capullo de fascinación. Habla
tan rápido y con una sonrisa tan persuasiva que, finalmente, tú cedes. Irás.
Ahora resulta que Géminis tiene un par de diligencias que hacer, de manera que
dice que os encontrareis en la esquina dentro de una hora, más o menos. Eso tú
no te lo esperabas, de manera que empiezas a echarte atrás, pero él insiste con
su técnica y finalmente quedas de acuerdo en encontraros. Realmente, es un opio
tener que matar esa hora, sin contar que a ti te duelen los pies, pero te las
arreglas y a la hora convenida te dejas caer por la esquina. Él llega media
hora atrasado y un poco sin aliento.
¿Sabes qué? Pues cambió de opinión. Realmente, ya no da más.
Ha decidido dar el día por terminado, meterse en la cama y dejar todo lo demás
para mañana por la noche. A ti te da lo mismo, ¿no es cierto? Llegados a ese
punto, sólo un Géminis es capaz de evitar un directo a la mandíbula, y él lo
evita. Tú le perdonas, y lo mas ridículo de todo es que te encuentras con él a
la noche siguiente, como si fuera lo mas 1ógico del mundo. Eres tú el único
culpable por sucumbir al irresistible fervor vendedor de Géminis. Si a la noche
siguiente te vuelve a dejar en la estacada, pues ya te lo debías haber visto
venir. Te lo tienes merecido por dejar que te engatuse.
En todos los nacidos en junio hay una necesidad
profundamente arraigada de disfrazar sus verdaderos motivos. Como los Piscis,
sienten la compulsión de conducirse de manera exactamente opuesta a sus
verdaderos deseos. Pero esta pasmosa versatilidad de Géminis, unida a su
facilidad de palabra, hace de ellos estupendos políticos, por no decir que son
expertos en el campo de las relaciones humanas. Géminis sabe cómo apartar a
cualquiera de sus más firmes convicciones. Con su karate mental, puede
convertirle a uno en un nudo como esos bizcochos que llaman pretzel, conseguir
que la víctima esté de acuerdo con él y que, además, esté encantada con lo que
le hacen. Y si se presenta alguna complicación, Géminis sabe instintivamente
cuales son los puntos débiles de cada cual y es capaz de valerse de la rapidez
de su mente y de su lengua despiadada para aprovecharse de ellos.
Pasa algo raro con Géminis y el arte de escribir. Géminis es
el signo solar que rige esta actividad y, por ende, prácticamente todos los
nacidos bajo la influencia de Mercurio son capaces de decir una frase ingeniosa
y de hilvanar con inteligencia las palabras. Los Géminis que escriben, ya sea
discursos, anuncios, obras de teatro o libros, se cuentan por momentos. Pero
los libros serán novelas, libros de texto, ensayos o biografías. Es muy raro
encontrar a Géminis escribiendo la historia de su vida. Y rarísimo tropezar con
uno a quien le guste escribir cartas personales. Al nativo típico le molesta en
gran manera contestar correspondencia, y puede demorarse semanas enteras.
Es posible que al principio parezca contradictorio, pero la
cuestión se aclara cuando uno recuerda la renuencia de los mercurianos a verse
encasillados en una opinión. No se deciden a poner sus pensamientos sobre el
papel porque instintivamente saben que es posible que su opinión de hoy no sea
la de mañana, y no quieren comprometerse por escrito. No son muchos los Gemelos
que necesitan que su abogado les advierta: <<Dígalo, pero no lo
escriba>>. Ellos ya nacieron con ese mecanismo de defensa. Es sorprendente
el número de escritores Géminis que prefieren usar seudónimo, e incluso un
Géminis del montón terminará por encontrar alguna razón para adoptar un alias,
ya sea un cambio completo, alguna modificación en el nombre, o por lo menos un
mote. La regla es tan constante que se puede apostar con todos los Géminis que
uno conozca seguro de que ha de ganar.
Casi todos los Géminis entienden o leen más de una lengua, y
la favorita es el francés. De una manera o de otra, Géminis triunfará con las
palabras. Afiló sus dientes mordiendo un diccionario enciclopédico. Es capaz de
venderle cubos de hielo a un esquimal, o sueños a un pesimista. Y si llegas a
atraparlo en algún fallo, lector, el mercuriano es capaz de cambiar con tal
rapidez de tema, y es tan diestro para apartar de sí los reflectores, que el
que terminará puesto de espaldas sobre la alfombra serás tú y no él. A veces,
la tendencia de Géminis a embaucar a la gente puede llevarle a la deshonestidad
y a actividades criminales, pero no con tanta frecuencia como te lo habrán
hecho creer. Aunque sus talentos puedan arrastrar a algún que otro mercuriano a
vivir en una telaraña de mentiras y engaños, la mayor parte de ellos son
demasiado idealistas para llevar una vida de ese tipo. Así y todo, hay que
admitir que Mercurio los hace especialmente dotados para el éxito en este
campo, y que si les da por ahí pueden ser brillantes artistas de la estafa. Con
su destreza manual, si deciden vaciar un bolsillo, falsificar un cheque o
imprimir un billete de diez dó1ares, por lo menos lo hacen con sumo cuidado y
es raro que los atrapen.
Si te encuentras con un locuaz vendedor de coches usados que
nació en junio, y que te asegura que el Studebaker azul no tuvo mas que un solo
propietario –una ancianita que solamente lo usaba para ir a la iglesia los
domingos por la mañana– lo prudente será que preguntes por el nombre de la
iglesia y vayas a hablar con la ancianita (a menos que ella también sea
Géminis). Pero, dejando de lado la broma, salvo que las influencias y
posiciones planetarias de la carta natal sean marcadas, la mayoría de los
Géminis son honrados, y algunos de ellos hasta la exageración. Aparentemente,
se van de un extremo al otro.
Sin embargo, todos, desde el ladronzuelo al estafador y al
ciudadano impecable, serán incapaces de resistirse a darle una ligera mano de
barniz a un relato, de vez en cuando. Claro que eso no es mentir; simplemente
es imaginación.
Como promotores, todos los mercurios son absolutamente
soberbios. Nadie los iguala, ni siquiera Aries. Es posible que en nada de lo
que promueven haya gato encerrado, pero es poca la gente con la fortaleza
suficiente para defenderse de la combinación de encanto y de inteligencia con
que les envuelve Géminis, y eso ya equivale a jugar con ventaja. Y cuando un
Géminis respalda un proyecto digno, y se pone a vender algo que la humanidad
necesita y desea profundamente, los ángeles le sonríen, y podemos agradecer a
los que han nacido bajo este signo solar muchos logros grandes y perdurables
que han sido beneficiosos para todos. Todos los de Mercurio son vendedores de
corazón, incluso los que se convierten en sacerdotes jesuitas o misioneros
protestantes. Vamos a demostrarlo con dos ejemplos totalmente divergentes. John
F. Kennedy, que era Géminis, le vendió al mundo entero un ideal
resplandeciente, y Michael Todd, que también era Géminis, le vendió algunos
sueños a Broadway. Cada uno a su manera, era hijo de Mercurio. Y hay que añadir
que tanto el mundo como Broadway están muy atiborrados, y no es fácil venderles
más.
Los Géminis necesitan el doble de sueño que cualquier otro
mortal, para compensar la actividad de su cerebro. Lamentablemente, son tan
susceptibles al insomnio que rara vez duermen lo suficiente. Sin embargo, es
muy necesario que se esfuercen por descansar, descansar y descansar, para
reparar esos nervios que parecen cables pelados y renovar las hiperactivas
células cerebrales, porque en ellos el agotamiento nervioso es una amenaza
constante. También necesitan toneladas de aire fresco y no contaminado, y todo
el sol que puedan tomar, para no acabar en algún hospital. La falta de
cualquiera de estas cosas, sumada a la supresión de la actividad, puede hacer
que Géminis sea susceptible de sufrir accidentes que afecten a los hombros,
brazos, manos y dedos. También los pulmones pueden ser débiles, lo mismo que
los intestinos. Los problemas que afectan a los pies, la espalda, la
eliminación, así como la artritis, el reumatismo y las jaquecas, son siempre
posibles entre los mercurianos que descuidan su salud. Lo raro es que Géminis
es más propenso a colapsos emocionales provocados por el aburrimiento y el
encierro que por exceso de actividad.
En lo profundo de su naturaleza indagadora e impaciente,
Géminis busca un ideal, y su principal problema consiste en saber cual es.
Podría ser cualquier cosa, ya que su imaginación no conoce límites. Dinero,
fama, riquezas, amor, triunfo profesional..., nada es suficiente. Mercurio
siempre atrae a Géminis más y más alto, y más y más adelante, con la seductora
promesa de algo siempre un poco mejor. La hierba del otro lado del camino
siempre parece más verde. El cielo es más azul sobre otros océanos. Las
estrellas brillan más en otras latitudes.
¿Qué es lo que busca? Tal vez algún oculto continente, aun
sin descubrir, dentro de sí mismo. Géminis es el explorador de la mente.
Sus ojos son agudos y sus talentos múltiples. Su humor es
brillante, y tiene tacto, diplomacia y destreza, pero le falta paciencia y
constancia. Está demasiado dispuesto a deshacerse de algo viejo y precioso por
algo nuevo y sin probar, y después vive lamentando lo que hizo. A pesar de que
es mucha la gente que le rodea, sus emociones mas profundas las comparte
únicamente con su único compañero constante: el gemelo que lleva dentro de sí.
El aire es su elemento y su hogar. Géminis es ajeno a la tierra.
El encanto de Géminis puede inducir a un pájaro a descender
del árbol para aprender de él cinco canciones nuevas. Pero la mercurial
inquietud de su mente puede hacer que fácilmente pase por alto el pájaro azul
de la felicidad, que año tras año espera ansiosamente en su propio huerto.
Prefiere los colores claros, amarillos, verdes y azules, plata y gris, y sus estados
de ánimo son un reflejo de la destellante aguamarina, su piedra.
Leve de tacto, encuentra un eco en la delicada fragancia del
lirio del valle, y ha inhalado la fresca promesa de los más verdes helechos en
lo más profundo de la selva. Pero el frío mental de Mercurio divide a Géminis
con deseos gemelos... hasta que se detiene, y espera, y escucha los latidos de
su propio corazón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario