No acostumbran recordar las simples reglas que les han enseñado sus amigos: por ejemplo que un atizador al rojo quema si no se suelta a tiempo; o que si uno se hace un corte muy profundo en el dedo con un cuchillo, por lo general sangra.
¿Se ha encontrado últimamente el lector con una persona
excepcionalmente amistosa, de modales enérgicos, firme en el apretón de manos y
pronta en la sonrisa? Pues prepárese para una de esas danzas en el corro que le
dejan a uno mareado. Lo más probable es que acabe de ser adoptado por un Aries.
Y muy especialmente si advirtió que le resultaba un poco difícil llevar la voz
cantante en la conversación.
¿Está dedicado a alguna causa idealista y defiende
coléricamente a los débiles? Es característico. Hombres o mujeres, son personas
que lucharán sin vacilación contra lo que les parece una injusticia, y que no
se avergüenzan de expresar sus opiniones. El Carnero contestará con igual
energía a un policía de tráfico o a un gangster armado, si cualquiera de ellos
le molesta. Es probable que después lo lamente, pero en el ardor del momento no
habrá cautela capaz de detenerlo. La gente de Marte va directamente al grano,
sin vacilaciones.
Aries es el primer signo del zodíaco. Representa el
nacimiento, como Piscis representa la muerte y la conciencia del alma. El
Carnero no es consciente más que de sí mismo. Es el infante del zodíaco, el
bebé recién nacido, totalmente absorbido por los dedos de sus pies y de sus
manos. Sus necesidades son lo primero. A un bebé no le importa si sus padres o
los vecinos duermen o no. Cuando tiene hambre o está mojado anuncia vociferante
su incomodidad. Quiere que le den el biberón o le cambien los pañales ahora, y
nada de demoras. Si un Aries tiene una idea o algo que quiere apartar de su
mente, no tendrá el menor resquemor en llamarle a uno a las cuatro de la mañana.
¿Por qué no ha de estar todo el mundo despierto para escucharle? Si él está
despierto, y es eso lo único que cuenta. Quiere algo, y lo consigue. Como al
bebé, a Aries el mundo le preocupa sólo en la medida en que se relaciona con
él. Pero, ¿se puede decir que un bebé es realmente egoísta? Si siempre está
dispuesto a prodigar sus sonrisas y sus favores a quienes satisfacen sus
exigencias. Es difícil resistirse a un bebé, hasta tal punto es inconsciente de
estar causando el menor inconveniente a nadie. Lo mismo pasa con el Carnero. Su
inocencia le rodea por completo y suaviza su agresividad, de la misma manera
que la inocencia del recién nacido atenúa su egocentrismo.
A esta ingenuidad que desarma se debe también que los Aries
sean tan intrépidos. Hasta que se quema, el bebé no le tiene miedo a nada, ni a
nadie. Y aún entonces, volverá confiadamente a hacer la prueba, una vez que se
haya olvidado de la herida. No hay el menor rastro de astucia ni de superchería
en el Carnero, que seguirá así durante toda la vida: creyendo siempre de todo
corazón, cayendo siempre para volver a levantarse y hacer un nuevo intento.
Todas las dudas que puedan surgirle por el camino, se disipan inmediatamente
ante la primera persona que vuelve a ser bondadosa con él, del mismo modo que
el bebé se olvida del dolor que le produjo el imperdible que accidentalmente se
le clavó en la pierna, la próxima vez que le ponen talco.
El Carnero puede fantasear de aquí a mañana, y tejer los
sueños más fabulosos, pero como mentiroso no vale un rábano. Lo que muestra a
quien le mira es lo que es. Nada hay en él de complicado ni de oculto. Es tan
vulnerable como el bebé, e igualmente desvalido. Cuando gente más fuerte y más
madura se le impone o le saca algo, reacciona de la única manera que sabe:
chillando y organizando un escándalo tal que los demás ceden, nada más que por
tener paz. Aries no necesita de estrategias delicadas. Con la fuerza de sus
pulmones y la determinación que surge de su interior le basta perfectamente
para salirse con la suya. Y tal vez desvalido no sea la palabra justa.
Vulnerable, si... pero desvalido, de ningún modo.
El aspecto físico del Carnero es bien fácil de reconocer.
Los Aries tienen rasgos decididos, habitualmente bien delimitados, raras veces
blandos o borrosos. Las cejas, bien marcadas, suelen juntarse con el estrecho
puente de la nariz hasta formar el signo del Carnero ( T ), tal vez para
advertir a quien se le pueda ocurrir la tonta idea de intentar detenerle o
someterle, que esos cuernos simbó1icos van en serio. Es posible encontrarle
algún lunar o cicatriz en la cabeza o en la cara, es posible que el pelo tenga
un tinte rojizo a la luz del sol y que el cutis sea más rubicundo de lo
habitual. También es posible que en su presencia uno perciba chispas invisibles
que se escapan en todas direcciones. Sus movimientos son por lo común rápidos y
fáciles, armonizados con un proceso mental. Tanto los hombres como las mujeres
de este signo tienen normalmente hombros anchos, y no es extraño que caminen
con el cuerpo un poco inclinado hacia adelante, guiándose con la cabeza, por
así decirlo, y casi siempre con mucha prisa. (Es frecuente que tengan prisa por
derribar un edificio de ladrillos, aunque en la tarea se les estropeen los
cuernos.) No es mucho lo que hay de gracioso en el Carnero, a no ser su tersa
manera de resolver una crisis (que jamás deja de sorprender a la gente que
subestima a las personas Aries). Son de estructura ósea delicada pero fuerte, y
es raro que un Aries resbale y caiga. Su postura refleja una total confianza en
sí mismo y en su yo. Si tropezamos con un Aries de hombros caídos, será
probablemente del tipo ovejuno, que sufrió graves heridas en su ego durante la
infancia. Si las heridas fueron profundas, le llevará algún tiempo recuperarse,
pero algún día se enderezará, podéis contar con ello. Son gente a la que nada
aplasta para siempre, y el fracaso menos todavía.
La persona regida por Marte le mirará a uno directamente a
los ojos, con desenfadada limpieza y con una fe bastante conmovedora. ¿Acaso su
interlocutor no es su amigo? ¿Acaso no gusta de él? ¿Cómo, no? Entonces
empezarán las lágrimas, pero para dentro. Un Aries jamás mostrará su decepción
en la superficie, si puede evitarlo. Si alguna vez se le ve llorar sin recato,
es seguro que, de alguna manera, el dolor le ha llegado al alma. Los Aries
prefieren caer muertos antes de mostrar debilidad... y entre ellos hay quienes,
literalmente, corren el riesgo de lo primero por evitar lo segundo.
Es raro que un Carnero lance a su alrededor miradas nerviosas.
Si lo hace, es que ya no le interesa seguir hablando con vosotros. Alguna otra
cosa le ha llamado la atención y, por el momento, os ha olvidado, así como lo
que estabais diciendo.
Pero no hay que ofenderse; basta con recordar al bebé y sus
deditos.
Un Aries estará indudablemente en los primeros lugares de la
carrera que ha elegido, o dedicado a un negocio propio. En caso contrario, se
le reconocerá fácilmente por el
descontento que demuestra al verse forzado a someterse a otros. Se puede
esperar de él una actitud liberal, una pródiga generosidad con el tiempo y con
las cosas materiales, y un deseo notable de ser quien abra todas las marchas...
con bombo y platillo. Pero no hay que esperar sutileza, tacto ni humildad. El
Aries medio se hallaba detrás de la puerta mientras se hacía el reparto de
estas cualidades. También anda un poco escaso de paciencia. En una cafetería
será rápido para la crítica, si el camarero es fresco y el bocadillo no está
bueno. Pero también es probable que, si le han servido bien, deje una propina
innecesariamente elevada.
Aries es muy directo, por decirlo sin exagerar. A la
naturaleza de los regidos por Marte le son totalmente ajenas la falacia y las
desviaciones. Aunque la franqueza y una alentadora honradez configuran el sello
distintivo del signo, no es buen negocio hacerle un préstamo a un Aries. Hay
entre ellos quienes carecen de estabilidad y exhiben una falta de
responsabilidad infantil. Incluso los que han llegado a madurar pueden
olvidarse de las deudas en la omnipresente excitación del siempre nuevo desafío
del momento, que acaparara totalmente su atención. Claro que terminarán por
pagar sus cuentas alegremente y con la mejor disposición, pero es posible que
cuando los alcance, el acreedor ya se haya quedado sin aliento.
Por más que Aries sea el incendiario que se abre paso en la
vida con atrevimiento, iniciativa y espíritu de empresa, en su bravura hay un
extraño lunar. Sin el menor rastro de miedo, hará frente al abominable hombre
de las nieves o al monstruo de Frankenstein, pero no puede soportar el dolor
físico. Nunca será un cobarde moral, pero puede portarse como un perfecto
marica cuando algo le duele. Y el dentista no se cuenta entre sus preferidos.
Todos los Aries, en algún momento de su vida, mostrarán
alguna forma de comportamiento temerario que les signifique sufrir heridas en
la cabeza o en la cara. También son probables los cortes y quemaduras, y los
dolores de cabeza, a veces tan intensos que pueden llegar a la jaqueca y que es
posible se originen en infecciones renales. Será prudente que el Carnero haga
de tripas corazón y visite regularmente al dentista, que se cuide la vista,
vigile su dieta, se tome en serio los dolores de cabeza y se mantenga alejado
del alcohol (no sólo porque es malo para los riñones, sino porque es muy
combustible cuando se combina con el genio de Marte). Las erupciones cutáneas,
los dolores en las rodillas y las molestias estomacales se encarnizan también
con quienes nacen a fines de marzo y durante abril. La constitución del Aries
es fuerte y recia, si no abusa de ella, como suele suceder, por no prestarle
atenci6n. Cuando lo veáis confinado en cama, y casi sin habla, podéis estar
seguros de que está realmente enfermo. Aun así, para mantenerle acostado es
probable que se necesite un par de esposas. Es capaz de sobrevivir a fiebres
que matarían a cualquier otro tipo de personas, muchas de las cuales son
producidas por su obstinada tendencia marciana a seguir adelante en
circunstancias adversas, en el momento inadecuado y con la gente inadecuada.
La colérica frustración que ello invariablemente genera es
la verdadera causa de sus problemas de salud. Lo que enferma al Aries es su
reacción ante el retraso, y lo que le mantendrá alejado del médico es el
cultivo consciente de la paciencia y de la cautelosa deliberación. Por
supuesto, él no seguirá el consejo, pero de todas maneras se las arreglará
durante años para mantener lejos al médico, hasta que se desplome de
agotamiento o hasta que llegue a una edad en que alcance mayor sensatez. No hay
gran peligro de que un Aries se haga drogadicto. Normalmente, no tomará
siquiera una píldora para dormir. Decididamente, prefiere quedarse despierto
(por miedo de llegar a perderse algo).
A causa de su persistente optimismo, es raro que Aries (lo
mismo que Leo y Sagitario, los otros dos signos de fuego) sea víctima de
enfermedades crónicas y duraderas, que
–según ha enseñado siempre la astrología y admite ahora la ciencia
médica– se generan o se intensifican como consecuencia de la melancolía y del
pesimismo. Los signos de fuego son más susceptibles a las fiebres altas, a las
infecciones fulminantes, los ataques, la alta tensión sanguínea y las
enfermedades agudas.
Dígase lo que se diga de su carácter impulsivo, rara vez se
puede acusar de tristeza a los nativos de este signo. Aunque sean sembradas,
las semillas de la depresión mueren rápidamente en el suelo de Aries. Pero los
Aries se aferran a la preciosa idea de que nadie mas puede hacer nada con la
eficiencia de ellos, y eso puede conducirles a mil desastres. Aries llevará a
la práctica sus planes con arrojo y confianza, y pocas veces se dará cuenta de
que está yendo más allá de sus fuerzas y buscándose una úlcera o un colapso
nervioso. Al Aries nadie puede acusarle jamás de haraganería.
Dada la candidez de su naturaleza, son personas incapaces de
poner en práctica las sutiles tretas de la estrategia. Cierto Aries a quien
conozco bien, con su audaz y contagioso entusiasmo consiguió un ángel
financiero dispuesto a respaldar una de sus originales ideas. Cuando el trato
estaba a punto de cerrarse, y el Aries próximo a realizar sus sueños más caros,
el ángel, 1ógicamente, sugirió que la operación fuera supervisada por un
conocido experto. Nuestro Aries estaba segurísimo de que nadie podía llevarla a
cabo tan bien como él y, temeroso de verse en situación de tener que aceptar
órdenes de alguien, respondió rápidamente con la característica humildad del
signo. Con un gesto de superioridad, agitó su cigarro en el aire y preguntó
lisa y llanamente: <<¿De qué manera quiere usted que le diga que no,
deprisa o lentamente?>>. Con igual celeridad, el ángel financiero le
retiró su apoyo, y el pobre promotor Aries no tardó en convertirse en un caso
grave de lepra comercial. Durante muchos meses de frustración, se encontró con
que quienes antes le respaldaban sin reservas habían salido misteriosamente a
almorzar o estaban en Europa cada vez que él los llamaba.
Un poco de tacto y de diplomacia podría haber evitado que su
sueño se derrumbara, pero al Carnero medio le hacen falta muchos años para
alcanzar el nivel de diplomacia de un Aries como Dean Rusk. La gente que ha
llegado a la cima gracias a un esfuerzo duro y paciente ve 1ógicamente con
malos ojos la agresividad de un Aries que piensa que él, con mucha menos experiencia,
sabe mucho más. Sólo después de muchos fracasos desalentadores aprende el
nativo de este signo a ser modesto y humilde. Pero, una vez que lo ha
aprendido, es capaz de hacer que un proyecto rinda como un pozo de petró1eo,
agregándole muchas ideas creativas y haciendo, de manera instintiva, las
mejores jugadas. Sólo llega al liderazgo si empieza por respetar a quienes por
su capacidad están por encima de él; pero el éxito, cuando llega, suele ser
gigantesco e impresionante. Es frecuente –y resulta extraño– que los nativos de
Aries creen mas riqueza para otros que para sí mismos. Son muchísimos los Aries
que pagan alquiler durante la mayor parte de su vida, y es raro que lleguen a
ser propietarios de su casa. A los de espíritu marciano no parece preocuparles
que el dinero no esté ligado a ellos, quizá porque lo que ellos buscan no se
encuentra necesariamente en el banco.
Por mas que el Aries arremeta hacia adelante con confianza,
tenga poco en cuenta los sentimientos ajenos, y su actitud –especialmente cuando es joven– sea la de
<<primero yo>>, también puede ser el mas calido y generoso de todos
los signos solares. No es cruel; simplemente, cree con sinceridad que él puede
hacer cualquier cosa mejor que cualquiera, y es psicológicamente incapaz de
quedarse tranquilo mientras los demás chapucean y fracasan. Si se le da a
elegir entre el dinero y la gloria, elegirá infaliblemente la gloria. Tiene
tanto cariño por el dinero como cualquiera, pero aún quiere un poco más al
elogio y a la fama. El Carnero tiende a tomar decisiones instantáneas sin
autorización de sus superiores. En su discurso puede ser satírico, y cortante
en la invectiva. La có1era de los Aries se desencadena con la velocidad del
sonido, pero por lo general ha desaparecido antes de que su victima se haya
enterado de que era lo que la provocaba, y la sonrisa infantil y grata no tarda
en reaparecer. Uno no puede menos que acordarse de cierto Carnero impulsivo,
llamado Nikita Kruschev, que en cierta ocasión, movido por una infantil
pataleta, golpeó con un zapato sobre una mesa de las Naciones Unidas, a vista y
paciencia del auditorio televisivo, y que el diablo se las aguantara. En ese
momento no le hacían caso, y ¿que Aries tiene el mas mínimo tacto cuando no le
hacen caso?
Y sin embargo, este mismo Aries se quedó realmente
desconsolado al no poder disfrutar de las mágicas maravillas de Disneylandia.
A la gente de Marte se la acusa con frecuencia de tener un
carácter terrible... y lo tienen. Pero también tienen una total incapacidad
para mantener su ira durante mucho rato y, una vez que han pasado, sus agravios
quedan por lo general enterrados y olvidados. A un Aries le duele y le
sorprende que alguien recuerde aún las cosas crueles que él dijo, pero sin
intención. Si tiene oportunidad, Aries le pedirá disculpas a su peor enemigo,
no importa que amenaza directa pudo formular cuando era presa de la có1era.
Quiere que lo acepten, aunque atolondrada y deliberadamente provoque el
rechazo. Es raro que los Aries se enojen con las personas. Aunque tal vez
recibas tú, lector, la lluvia de chispas, el fuego va en realidad dirigido contra
una idea o una situación que le resulta intolerable.
El Carnero es capaz de intentar decir alguna mentirilla, si
con eso puede pasar a primer plano o quedar a salvo alguno de sus caros
ideales, pero la mayor parte de las veces no se vale de mentiras... por suerte,
porque siempre le descubren. Su candor sin ambages es más rápido, y como lo que
mas le interesa es llegar prontamente al grano, prefiere decir la verdad. No le
queda tiempo para habladurías, ya que eso significa hablar de otros, y Aries
está demasiado interesado en sí mismo para desperdiciar sus energías en conjeturas
sobre los secretos, el comportamiento o los motivos de quien sea. Además,
normalmente para él la gente es blanca o negra; los matices de gris no le
atraen en absoluto. Sería erróneo, sin embargo, pensar que esto es prejuicio.
Si en su carta natal hay fuertes influencias planetarias, la impulsiva
desconsideración del Aries por los hechos puede asumir la forma de crueldad o
de prejuicio, pero esto no se da con frecuencia. El Carnero típico se sentirá
tan cómodo y se mostrará tan auténticamente afectuoso comiendo con reyes como
con mendigos. Si se gana la reputación de prejuicioso, ello se debe a su
tendencia a distribuir a la gente en dos campos diferentes –el de los amigos y
el de los enemigos– y además, esperará que cualquiera, si es amigo de él, los
clasifique de la misma manera.
Pese a su chocante desenvoltura, el Aries puede ser también
el compendio de la gracia social. Es capaz de conversar durante horas, de
manera fascinante, sobre temas de los que no sabe absolutamente nada. Hay mucho
pulimento en la superficie para cubrir ese agresivo impulso marciano. La
paciencia para el detalle no es su punto fuerte; el prefiere dejar a otros los
aspectos secundarios y mezquinos de la estadística, y en eso es bastante
sensato, ya que otros los abordarán con mucha mas eficiencia. A un nativo de
este signo le exaspera restringirse a los hechos, porque las lecciones de ayer
le importan un rábano, y mañana está demasiado lejos para preocuparse. Su
residencia natural es hoy, a esta hora y en este minuto. El Aries se consume
por completo en la acción del presente.
Realista, sin mengua de su decidido idealismo, no es fácil
dar una descripción emocional de Aries. Nadie más puede exhibir un
comportamiento tan recio y enérgico, pero también son pocos los que son capaces
de su sentimentalismo, su ávida inocencia y fe en los milagros. La gente de
Marte es literalmente incapaz de aceptar la derrota: ni siquiera la reconocen,
aunque les esté mirando a la cara. En cuanto a los resultados finales de
cualquier cosa, ya se trate del amor o de un partido de béisbol, son
incurablemente optimistas. Muy hábiles en el combate cuerpo a cuerpo, los carneros
se defienden mejor con la cabeza, es decir con la mente. Disfrutan al encontrar
oposición porque eso representa un desafío, y son capaces de apartarse del
camino para ir al encuentro de un obstáculo y superarlo mucho antes de que se
les presente... y a menudo, cuando podrían haberlo enfrentado desde la
dirección opuesta. Tampoco se quedan esperando a que el éxito les llueva; lo
persiguen con furiosa obstinación, y por eso son tan pocos los Aries que se
encuentran en las listas de quienes disfrutan de un gran bienestar.
La mayoría de la gente se agota con sólo pensar en la
energía del Carnero. Pero los Aries también son capaces de mostrar calma,
seriedad y prudencia cuando así lo deciden. Lo lamentable es que por lo general
no lo deciden hasta que ha pasado la juventud y la madurez suaviza su áspero
idealismo y la avidez de su prisa. No les resulta difícil ganarse la simpatía
popular, pese a lo cual no son necesariamente buenos políticos.
Thomas Jefferson y Eugene McCarthy se cuentan entre las
raras excepciones a la regla. La mayor parte de los Aries que se han lanzado a
la carrera política han tenido una carrera relativamente breve o azarosa. En
Estados Unidos no ha habido un presidente Aries desde John Tyler, en 1840. Para
el Aries medio, la política resulta una actividad difícil. Por un lado, los
Aries no son los mejores economistas del mundo.
Además, son impulsivos al hablar y no soportan los rodeos,
dos características fatales para un político. La mayoría de los políticos
esperan a ver que es lo que quiere el pueblo antes de dar a conocer su propia
posición. El Aries medio tiene sus propias ideas de lo que necesita el pueblo,
lo que éste realmente quiere no le interesa, y ya se ocupará él de que lo
tengan, antes de lo que políticamente pudiera ser conveniente. Así y todo, es
tan idealista que cuando se encuentra frente al público, enciende su
imaginación y le hace volver a tener fe en sí mismo.
El fresco candor de Marte puede despejar el humo de las
trastiendas políticas como si fuera una brisa.
Sin embargo, la mayoría de la gente de Aries tiene más éxito
en los negocios o en las artes creativas, donde ellos son muy necesarios. Otros
pueden destacarse en el desplazamiento de la estrategia. Gente con una mente
más serena y mentalidad más práctica puede ser mejor para lograr una
organización eficiente. Pero sin la acción directa, la energía y la
originalidad del Carnero, el más deseable de los proyectos se vendría abajo o
no conseguiría avanzar mucho.
Es posible encontrar algún Aries que sea tímido, pero jamás
encontraréis uno que no tenga una posición bien definida. Es difícil expresar
la propia individualidad, cuando uno está cerca de ellos. Aries es mucho más
feliz cuando habla de sí mismo y de sus planes que de cualquier otra cosa o
persona (excepción hecha del ser amado, cuando se encuentra inmerso en un
romance). Una vez que alguien se ha ganado su interés –y tiene mucha suerte– el Aries le escuchará
con atención, especialmente si las ideas de su interlocutor son interesantes y
progresistas. Se sentirá encantado con el, y pondrá a su disposición tiempo,
dinero, simpatía y lealtad. Si un amigo está en el hospital, es posible que
Aries se olvide de enviarle una tarjeta, pero le buscará el hospital, lo
llevará allí en su propio coche y 1o recomendará a su propio medico (que,
naturalmente, será más eficiente que Pasteur). Cuando se decide a ayudarle a
uno en una situación difícil, Aries no vacilará ante ningún esfuerzo.
Pero hay que demostrarle gratitud, eso si. Se sentirá
profundamente herido, si es que no se enoja sin mas ni mas, al comprobar que no
apreciáis sus agotadores esfuerzos, que van mucho mas allá de lo que requiere
el deber y, probablemente, exceden también en mucho lo que vosotros queríais o
necesitabais. Disfruta haciendo favores, y cuanto mayor es el gesto caritativo,
mejor, pero el Carnero quiere que se le reconozca lo que ha hecho. Sin embargo,
es probable que aunque no se le den las gracias, no se niegue a volver a
ayudar. Su gran fe en sí mismo só1o encuentra parangón en su ingenua confianza
en los demás, y por eso está casi constantemente desilusionado y quejándose de
que alguien le ha traicionado. Claro que eso no le afecta durante mucho tiempo.
Se rehace, se sacude el polvo, y no tarda en estar otra vez dispuesto para
volver a quemarse, tras una típica orgía de depresión tan breve como violenta.
Aries da tal impresión de sinceridad que resulta
sorprendente la decisión con la que defiende como si fuera un hecho algo que él
sabe –o debería saber– que no es verdad. Acusadle de falta de honradez y se os
quedará mirando atónito, bien abiertos sus cándidos ojos por el horror de que
podáis dudar de él. Es capaz de vendarse los ojos y ponerse tapones en los
oídos para excluir algo en lo que no quiere creer. Incluso cuando su posición
es completamente insostenible, seguirá valientemente al pie del cañón, luchando
con total convicción por la causa perdida. Pero también, en un momento de
decisión rápida, puede cambiar de idea respecto de alguna opinión que uno
habría considerado innata en él, y cuando esto sucede, se le hace imposible
volver al punto de vista anterior, y hasta recordarlo siquiera. Su urgencia por
arrojar el pasado al cesto de los papeles y seguir adelante a toda velocidad
(una de las principales razones de su buena adaptación a los lugares y a la
gente nuevos) le lleva a pensar que quienes intentan razonar con el están
interfiriendo en su progreso. Entonces puede darse el caso de que arroje a los
cuatro vientos el escaso tacto que posee. Los ultra conservadores, que pesan
cada palabra y cada decisión, sacan de quicio a las almas de Marte, que pueden
ser inequívocamente claros y significativos para comunicar su fastidio y su
frustración. Así se comprende, pues, porque en ocasiones se hacen tan acérrimos
enemigos de gente mayor y más prudente.
Aries tiene en su naturaleza una faceta de inocencia y de
avidez, y una especie de fe ingenua, eterna y alegre, mezcladas con el fervor
ciego del cruzado nato. Marte es de cuernos duros como el diamante, y difíciles
de romper.
Es frecuente que lo vea todo rojo, pero cuando las chispas
desaparecen, se vuelve tan alegre y amistoso como una margarita. Su metal es el
hierro, y su fuerza indoblegable le da nueve veces mas vidas que a otros para
vivir; nueve veces mas oportunidades de ganar la batalla. El fuego que consume
su espíritu puede ser una antorcha llameante que ilumine el camino del valor
para cualquiera capaz de reconocer su idealismo.
Es el que abre caminos, el que siempre lleva adelante a los
otros hacia una meta imposible. Su fe, bella y férrea, es pura, sin asomo de
aleación con la hipocresía y la codicia. Es raro que amase una fortuna, y si
llega a hacerlo, no tendrá tiempo para detenerse a contarla. Podéis contar con
su dinero, su ropa o su tiempo. Él siempre tiene algo que le sobra, por mas estrecho
o pobre que pueda encontrarse momentáneamente. El Carnero sabe que el pan que
se arroja a las aguas no sólo alimenta su yo y vuelve en mayor cantidad, sino
que hace feliz a la gente, y esa es una de las cosas que mas le gustan en la
vida.
Para Aries, los milagros son a dos centavos la docena, y si
se os acaban, el os hará unos cuantos mas, envueltos en hermosos sueños de
color escarlata.
Linda
Goodman
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